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La Ciudad de la Paz y el error de la persistencia del mundo, por Alain Moundoumba

El periodista Alain Moundoumba critica el reciente artículo publicado por Le Monde sobre la construcción de Ciudad de la Paz, afea la superioridad moral de este periódico, y recuerda que símbolos universales como la Torre Eiffiel levantaron, en su día, las mismas absurdas controversias.

-“La obsesión neocolonialista sigue presente en una buena parte de la intelectualidad francesa, empezando por los medios de comunicación atrincherados en sus prejuicios y en su complacencia dogmática.

Es una costumbre habitual en la prensa francesa denigrar a las élites gobernantes africanas en general y a los políticos en particular, considerándolos siempre como “dictadores”, cercanos a la megalomanía, e incapaces a priori de hacer nada por el desarrollo de su país y la mejora de las condiciones de vida de sus pueblos.

El 17 de enero de 2022, el periódico Le Monde publicó un artículo particularmente despectivo, altivo y calumnioso contra Guinea Ecuatorial y contra el Presidente Obiang, sobre el emocionante proyecto de construcción de la nueva capital llamada Ciudad de la Paz.

¿Qué podría ser más apropiado que aprovechar los ingresos petrolíferos obtenidos en los últimos años para mejorar el país con una nueva capital, digna de la nueva situación? Una localidad moderna, que ha contribuido a ubicar, en un espacio donde hasta entonces no había nada, oficinas administrativas, escuelas, universidades, y servicios médicos para los habitantes de esta zona, que permanecían aislados y carecían de estas estructuras necesarias en cualquier lugar.

Desde que se inició la construcción de la Ciudad de la Paz, ciertamente el mundo ha sufrido una crisis universal que ha contraído los precios del petróleo; evidentemente, esto ha influido en el retraso de la finalización de estas instalaciones. Pero la situación actual de recuperación, gracias al aumento progresivo de los precios del barril, terminará de impulsar la relevancia de este proyecto.

Todos estos “opinadores”, que nos mandan lecciones a África desde sus lujosos apartamentos en París, son incapaces de entender el renacimiento que se vive desde hace décadas en Guinea Ecuatorial, y el hecho de que el pueblo ecuatoguineano, como otros africanos, está decidido a organizarse y decidir su propio destino. En realidad, estos articulistas de París estarían encantados de que este gran proyecto de Oyala fracasara y sueñan con ello.

Puestos a hacer comparaciones, podríamos tal vez recordar algunas construcciones históricas universales. No vamos a filosofar sobre el tiempo que se tardó en levantar las pirámides de Egipto, o la catedral de Norte Dame de París (nada menos que ciento cincuenta años). Simplemente, vamos a recordar el lógico proceso y tiempo necesario para construir otras capitales del mundo, sin que nadie haya discrepado por ello. Por ejemplo, Abuja en Nigeria, en 1991 o Nusantara en Indonesia (cuya inauguración está programada para 2045).

En este ámbito, también podremos recordar las protestas que hubo en Francia cuando se construyó la Torre Eiffel a finales del siglo XIX; entonces ya hubo también “opinadores” que publicaron barbaridades maledicentes sobre la misma, diciendo que aquella torre de metal desfiguraría París y que no encajaba con sus históricas ruinas. En aquel momento, todos los periódicos bien pensados y de mente estrecha, -tal y como hace Le Monde hoy con la capital guineana-, se dedicaron a criticar con saña lo que hoy es uno de los grandes símbolos, no solo de París, sino de toda Francia, en el mundo entero.

El artículo vuelve a mostrarnos el doble rasero del periodismo occidental, su hipocresía infinita: queremos que los países africanos se desarrollaran y fueran independientes, pero siempre dentro de nuestros patrones estereotipados de nuestros cerebros occidentales. Ese es, al fin y al cabo, el fondo real que se trasluce en el lamentable reportaje de Le Monde sobre la Ciudad de la Paz.

Afortunadamente, ni las palabras, ni la mala intención de esta prensa occidental impiden ya que los responsables africanos desarrollen sus países y se rían de sus tonterías. Especialmente si vienen de un medio con una oscura historia, ya que fue colaborador de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, bajo el nombre de Tiempo, pero que nunca ha entendido nada de nuestro tiempo africano, excepto realizar campañas electorales partidistas en beneficio de la izquierda francesa.

Firmado:

Alain Moundoumba”.

Departamento de Prensa del PDGE

 

 

 

marzo 16, 2022